sábado, 1 de diciembre de 2007

La muerte en la sociedad moderna


Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan.


El concepto de la muerte ha propiciado diversos sistemas de creencias y prácticas mágico-religiosas a lo largo del tiempo, en un intento de entender y manejar esta realidad inevitable de la naturaleza. En las sociedades modernas, desde hace cuatro o cinco décadas la forma de enfrentar la muerte ha cambiado, y hoy se rechaza la muerte, se esconde, se vive con angustia: la muerte ha dejado de ser aceptada como un fenómeno natural. Se ha perdido el derecho a ser protagonista de su propia muerte.


Hace años el individuo moría en su casa, rodeado de su familia, incluidos los niños, amigos y vecinos. Los niños tenían contacto con la muerte, conocían su existencia y, cuando ya adultos les llegaba su momento, no les cogía tan de sorpresa y desprovistos de recursos para afrontarla, como sucede hoy. Prepararse para morir constituía un acto fundamental en la vida de una persona de aquellos tiempos; su dignidad dependía de la grandeza con que llevara a cabo ese último acto de despedida. Actualmente hemos pasado de una muerte familiar a una muerte escondida, ocultada. Al enfermo casi siempre se le oculta la gravedad de su enfermedad, se le sobreprotege, "otros" toman las riendas de su destino y se deja al enfermo en la ignorancia de que va a morir, cerrando la puerta a una comunicación abierta y a la espontaneidad de la despedida en sus últimos momentos.

El hombre moderno desea que la muerte ocurra en plena inconsciencia (que sea fácil). Lo que en la actualidad se denomina buena muerte, corresponde a la muerte maldita de otros tiempos, la muerte inesperada. Pero cuando se pregunta a un enfermo al final de la vida cuál sería una buena muerte para él, la mayoría responde que una "buena muerte" es una muerte sin dolor, en su domicilio, acompañado de sus seres queridos. Debemos tener en cuenta que cada persona es única, con una historia y aprendizaje diferentes, cada persona tiene derecho a elegir "su muerte", y respetar esto es respetar la dignidad y libertad del ser humano. Aun así, en este ambiente de negación y rechazo, está surgiendo una creciente concienciación sobre el tema y cada vez es mayor el número de personas que advierte que tenemos un enfoque equivocado de la muerte, que no necesariamente tiene que estar ahogada por la angustia y que se puede morir en paz de acuerdo a las creencias de cada uno.